Meditación Diaria

Meditación del 15 de diciembre

Texto: "No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mi" (Juan 14:1).

Dios es la fuente de toda bondad, de toda hermosura, de toda felicidad y de todo bien, y Cristo, como Mediador, es el único camino de llegar a Dios. Y como Redentor es también a quien pertenece el cuidado y preservación de la Iglesia. Y esta amorosa cualidad de nuestro Salvador es claramente vista en este pasaje, la ternura como el Señor cuida de todos y cada uno de los Creyentes.

  
Nótense los versículos que recogen las palabras inmediatas antes del consuelo del Señor: "Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a donde vas? Le respondió Jesús: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; pero me seguirás más tarde. Le dijo Pedro: Señor, ¿por que no te puedo seguir ahora? ¡Mi vida pondré por ti! Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo que no cantara el gallo antes que me hayas negado tres veces" (Jun.13:36-38); luego de dar una reprensión a Pedro por su arrogancia ignorante, a seguidas trae dulces palabras: "No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mi" (v1). El pasaje no dice la manera como ellos manifestaron sus temores, pero si dice como Cristo tomo cuidado de ellos, pues el sabe todos nuestro secretos, y todas las heridas de nuestras almas. De modo que no solo está enterado de como estamos afligidos, sino también cuanto nos afectan nuestras aflicciones, hasta que profundidad han herido el corazón. El alma de los suyos es como un especial tesoro que El cuida celosamente con mucha ternura. Note, que ellos aun no habían hablado, y ya venían de Sus labios las palabras de compasión: "No se turbe vuestro corazón" (v1).


En su etimología la palabra turbación significa desorden, confusión o agitación de espíritu; el mismo sentido se aplica a las aguas del mar cuando no pueden estar quietas. En nuestro caso presente se refiere al miedo o peligro imaginario que se avecina. Cristo les había dicho no solo que se iba, sino que se iba en una nube de sufrimientos, y cuando ellos oyeron estas cosas se les desvanecieron todas sus esperanzas.

 
Es como la joven cristiana que tiene el anhelo y la legitima esperanza de casarse y ha puesto sus esperanza en Cristo para la solución de sus necesidad, pero al transcurrir los días la imaginación carnal le hace ver sus esperanzas frustradas y el corazón le dice que el Cristianismo le es un perjuicio, entonces se turba.  Mire usted que la turbación de animo de los apóstoles se produjo cuando ellos vieron sus esperanzas terrenales frustradas, ya que estaban a la espera de un Mesías lleno de pompa y gloria terrenal, había en ellos un anhelo profundo por ser alguien de renombre en las cosas de este mundo, pero Cristo no se limita al caso particular de la expectativa mesiánica de ellos, sino que da una encomienda de carácter general, donde el caso de ellos y todos los demás de esa clase están incluidos: "No se turbe vuestro corazón" (v1).

 
Las causas generales de estos problemas son el egoísmo, y el amor por las facilidades y beneficios de la carne, o los placeres, provechos y honores de este mundo. Los hombres que andan en busca de grandes cosas aquí, serán abrazados con desalientos, frustraciones y depresiones, de lo cual los Creyentes no están exentos. El sabio Salomón nos dice cual será el resultados de buscar lo terrenal: "Mire todas las cosas que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ellos es vanidad y aflicción de espíritu" (Ecl.1:14). El no solo encontró que tales cosas no dan felicidad, sino que peor aun, traen mucho problema y aflicción sobre el corazón de aquellos que con diligencia andan en tal búsqueda. Y en ese contexto Cristo muestra su cuido por el alma de los apóstoles y también de todos nosotros al decirnos con tierna y compasiva voz: "No se turbe vuestro corazón" (v1). Es necesario señalar, que nuestro Señor no nos dice que seamos insensibles a tales deseos, o totalmente indiferentes a la búsqueda de las cosas terrenales, sino que no carguemos el corazón con esas cosas. Uno puede montar un caballo y otra muy diferente es montar el caballo sobre uno; hacer uso de lo terrenal es diferente de amarrar el corazón a esas cosas.

Un ejemplo bíblico de esa diferencia, Job: "Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos; y era aquel varón mas grande que todos los orientales", y sabemos que Job lo perdió todo y esto le produjo tristeza, pero como su corazón no estaba cargado ni amarrado a esas cosas, pudo decir: "Jehová dio, y Jehová quito; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no peco Job, ni atribuyo a Dios despropósito alguno" (Job 1:3,21); estos es, que el poseía muchos bienes de este mundo, pero esos bienes no poseían su corazón, o no estaba cargado por ellos. Mire usted como dice el escritor divino: "En todo esto no peco Job"; entiéndase que el patriarca guardo su propia alma, la cuido contra el enemigo mortal de ella, el pecado.

  
Debemos cuidar los bienes terrenales, mas siendo el mayor cuidado nuestra propia alma.

 

Amen.

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