
Texto:
“Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado
de los muertos” (Mar.6:16)
La Biblia enseña que dentro de cada ser humano hay un espía de parte de la
conciencia o éste espía le habla a Herodes en contra de lo que hizo. Le dijo
que había sido cruel y de injusta violencia contra un hombre inocente; y ahora
él piensa que el fantasma de Juan el Bautista lo está persiguiendo. Juan sólo
le había reprendido, no había hecho milagros, pero Herodes piensa que vino del
otro mundo con grandes poderes. El miedo se apoderó del rey. Si Juan podía
darse vida a si mismo después de muerto, de seguro que puede quitarle la de Herodes.
Lo más probable pensó: No tengo escapatoria, ahora el profeta es inmortal, y
puede tomar venganza contra mí.
Cuando un malvado ha cometido asesinato, no necesita
otro torturador que su propia conciencia. El podía hacer fiestas, dar brinco,
francachela en francachela, pero su pecado vendría como caminante invisible, iría
con el donde quiera que fuese. En medio de disfrutes le amargaría, se le
esfumaría el gozo como vapor de agua. Mientras más culpable sea la conciencia
más difícil le será al hombre retener la alegría. Uno se pregunta ¿cómo
supieron los apóstoles esta historia si no estaban allí cuando Herodes lo dijo?
Porque las angustias del rey fueron tan fuerte que llego a ser de conocimiento
público, el tormento de su conciencia por “Cuando viniere como una destrucción
lo que teméis, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino” (Pro.1:27).
La causa del encarcelamiento de Juan el Bautista y su posterior ejecución
fueron por esta causa: Que le dijo a un pecador de su mal proceder, o que habló
en nombre de Dios. Juan fue muy despreciado, hasta la muerte, pero muy
glorificado, lo que Cristo dijo de El no lo ha dicho de otro profeta. La
aplicación a ti como Creyente es esta: Que son muy consoladores y gloriosos los
sufrimientos en el camino del deber Cristiano. Dicho de otro modo, que cuando
vengan a ti desprecios, burlas o injurias por ser cristiano, gózate, santos
mayores ya lo sufrieron peor. En tal caso estarías siguiendo la senda que ellos
empezaron hace siglos, que eres uno más de los embajadores de Cristo en
cadenas. El buen ejemplo de Juan refuerce tu paciencia. Sabiendo esto, que para
formar el carácter de hombre bueno, justo y fiel,
es necesario estar mucho en aflicción y duro trabajo del alma.
Amen.