
Texto: “Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron
los días de su alumbramiento” (Lucas 2:6)
El texto informa acerca de las circunstancias en
que nació el Señor Jesucristo, el Salvador del mundo. En cuanto a Sus
posesiones sabemos que las mansiones eternas que están en los cielos son Suyas,
la tierra y su plenitud son de su propiedad, y aun así no rehusó ser echado en
un pesebre, ni se quejó. Su paso del otro mundo a este fue por una puerta de
pobreza: “No había lugar para ellos en el mesón” (v7). Se infiere que eran muy
pobres, pues a don dinero le es fácil encontrar hospedaje en lugares cómodos, y
si no hay habitación, la compra. Hay que suponer que diligentemente buscaron
donde posar, pero no encontraron. El hecho parece ser un reflejo de la condición
de la época, de mucha insensibilidad, que una mujer de aquella misma ciudad, de
nobleza y virtud no encontró quien le hospedara, nadie se condolió ni se compadeció
de su figura encinta. Una joven mujer a punto de parir es enviada a un establo,
que por más limpio que se encuentre no deja de ser lugar para animales, por lo
general construido en el fondo del patio. Una escena de necesidad no les movió
al amor, sino a la indiferencia o menosprecio. Desde antes de nacer fue
despreciado por los hombres y hoy sigue siéndolo por muchos.
Por tanto, no tenemos razón alguna para
amargarnos si somos rechazado por el mundo. No dudo que el impulso para sentirte
amargado ocurra en ti, pero si consideras debidamente el ejemplo de Jesús, de
seguro que el desagrado sería eliminado, cuando no muy disminuido. La razón es
obvia, todo es de Jesús, y aquí nada es tuyo. Y si él siendo el dueño, puro y
perfecto actuó con humildad, es más propio y lógico que tú también. Todo lo que
tienes y usas aquí es prestado, un día te lo van a pedir. Así que, no te pongas
en el lugar que no te corresponde, y vivirás más en paz, pues el favor de
Cristo está con los humildes: “Lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar
a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios… Si á mí me han
perseguido, también á vosotros perseguirán” (1Co.1:27; Jun.15:20).
Dios no busca gente que lo haga brillar, sino individuos a quienes la práctica del
Evangelio los haga brillar como buenos y obedientes. Se, pues, humilde en todo,
moderado en tus gustos y gastos, y la bendición del Señor estará contigo.
Amen.