Meditación Diaria

Meditación del 11 de Julio

Texto: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal" (Jun.17:15)

Cristo amo Sus discípulos y sabia muy bien que ellos serian expuestos al aborrecimiento del mundo, y aun así ora: "No ruego que los quites del mundo". En tiempos malos Dios saca a Sus hijos del peligro, pero a veces los deja en el; ambos tratamientos son frutos de la bondad y sabiduría de Dios.  


Las Escrituras nos da suficientes razones para estos dos tratos divinos.
Veamos cuando los Creyentes son tomados del peligro o malos tiempos. Esta dentro de Su bondad que ellos no sean tocados por el látigo de la adversidad: "El justo perece, y no hay quien lo tome a pecho. Los piadosos son eliminados, y nadie entiende que es a causa de la calamidad que el justo es eliminado" (Isa.57:1).  

Dios valora Sus santos y a veces lo saca de aquí, porque el mundo no es digno de ellos, como si mostrara Sus joyas para luego encerrarlas en el cofre, no deja que los malos la toquen. En medio de un mundo impío Enoc fue sacado del mundo: "Siendo juzgados, somos disciplinados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo" (1Co.11:32); fueron disciplinados, no solo por enfermedad, pero también por muerte.

En otras ocasiones son dejados dentro del mundo, tal como los apóstoles y aquellos discípulos,  ya que Dios los necesitabas aquí para la obra del Evangelio; pero también para que maduraran y tuvieran mas fe: Ellos conocerían mejor a Dios y Dios hablaría de la lealtad de ellos. Los Creyentes en ocasiones serán dejados en medio del fuego para que sean fortalecidos y así llevarlos con mayor experiencia al cielo.

Surge una pregunta: ¿Pueden los Creyentes confiar en la espada para librarse de la crueldad de sus perseguidores? No, porque el uso de la espada en estos casos seria pecaminoso, ya que Cristo no oro para que fuesen librados del mundo, sino del mal. El mandamiento divino es: "No mataras". Mientras mas antinatural sea un acto, mayor su criminalidad o culpa moral. El hombre no es señor de la vida ni de la muerte. Además que se nos a dicho con claridad que seremos tentados, y ser tentado no es licencia para hacer mal, sino el bien: "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, quien no os dejara ser tentados mas de lo que podéis soportar, sino que juntamente con la tentación dará la salida, para que la podáis resistir" (1Co.10:13).  

Actuar con violencia es una negación de la causa santa que decimos defender; seria una deshonra que Dios nos llame a amarle con dolor y nos neguemos. Nuestra vidas están en Sus manos: "Porque ninguno de nosotros vive para si, y ninguno muere para si. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, sea que vivamos o que muramos, somos del Señor" (Ro.14:7-8).

¿Es legitimo para un Cristiano desear la muerte? Para dar respuesta a esta interrogante es necesario distinguir entre un serio deseo y una expresión pasional. El deseo de los hijos de Dios es deliberado, resuelto, concebido sobre buena base y luego de haber luchado contra la carne. Los hombres carnales a veces piden que Dios los saque de este mundo, pero ellos no saben que muerte les toca o que seria de ellos al presentarse delante de Dios sin estar preparados. Los que en sus miserias y adversidades llaman la muerte, son los mismos que cuando están enfermos salen corriendo hacia el medico. Los que fruto de su pasión piden la muerte son los que menos desean morir.

Debemos ser cuidadosos para averiguar de donde se levantan tales deseos. Pueden surgir de una ira violenta: "Ahora, oh Jehová, por favor, quitame la vida, porque mejor seria mi muerte que mi vida. Y acontecio que al salir el sol, Dios dispuso un sofocante viento oriental, y el sol hirió la cabeza de Jonás, de modo que se desmayaba y anhelaba morirse. Y dijo: ¡Mejor seria mi muerte que mi vida!" (Jon.4:3,8). Alguien ha dicho que cuando la mente natural es humillada o afrentada, entonces ve la muerte como el alivio para tomar venganza contra Dios y quitarle un sirviente.  

Otro deseo carnal que causa deseo de morir, es  cuando se experimenta un profundo lamento: "¡Quien hiciera que se cumpliese mi petición, y que Dios me concediese mi anhelo; que Dios se dignara aplastarme; que soltara su mano y acabara conmigo!" (Job 6:8-9). Por desconfianza o desespero: "Y asi mi alma prefiere la asfixia y la muerte, antes que estos mis huesos" (Job 7:15). Todos estos casos son un sentir escapista del peso y los conflictos propios de esta vida, no brotan de una resolucion santificada.

Aun así, hay deseos de morir que son legítimos y deben ser cultivados; esto es, cuando el corazón es mortificado a los deseos de este mundo: "Simeón le tomo en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Soberano Señor, despide a tu siervo en paz conforme a tu palabra, porque mis ojos han visto tu salvación" (Luc.2:28-30). En todo caso se debe revisar el proposito de partir de este mundo, porque tal cual los judios de la epoca del Señor, algunos piensan el cielo como un Paraiso turco, lleno de comodidades y placeres.  

El pueblo de Dios desea el cielo para tener una perfecta unión con el amado de sus almas:
 "Tengo deseos de partir y estar con Cristo" (Fil.1:23).
Amen.

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