
Texto:
“Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas
horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria” (2 Reyes 7:1).
Israel pasaba por un estado miserable física y espiritualmente, pero ahora ve
un final feliz a su crisis. Sólo se necesitó un día de paciencia para que se
termine el asedio de los Sirios y la hambruna: “Mañana
a estas horas”. De aquí se infirió esta verdad muy consoladora: Dios nunca
llega tarde. La liberación divina pudiera no estar de acuerdo a nuestras
expectativas, pero no será más allá del tiempo de Sus sabios consejos.
El oficial había dicho que no se veía solución al problema y que la hambruna
los devoraría. Oigamos sus palabras: “Un príncipe sobre cuyo brazo el rey se
apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas
en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, más
no comerás de ello” (v2); sin embargo la misericordia divina dice: “Mañana”.
Las profecías del Cielo, antes de que se cumplan son difíciles de entender,
ningún espíritu humano puede leerlas correctamente de antemano, sino por el
espíritu que las reveló. La sabiduría en tales casos no es tanto entenderlas,
sino confiar en Dios.
Es tonto e injurioso contra el Señor cuestionar una
posibilidad cuando conocemos el mensaje de Dios. Lo propio es traer a nuestros
corazones que Dios todo lo puede, y hacer aquello que sobre pase nuestro humano
entendimiento. El que multiplicó el aceite de la viuda, que sacó agua de la
roca, también puede dar abundancia de pan sin necesidad de abrir las ventanas
de los cielos. El Dios Omnipotente detesta y castiga cuando el hombre desconfía
de Sus Palabras, óigalo: “Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, más no
comerás de ello” (v2). Esto es, tus ojos te darán esa convicción, pero como castigo
no podrás disfrutarlo. Es justo de parte de Dios, que el hombre no pueda
disfrutar lo que no cree. Serán excluidos de bendiciones terrenales, como de
las glorias del Cielo.
La crisis económica presente ha venido a ti para enriquecer tu fe. Los Sirios sitiaron a Israel y se produjo una gran hambruna, cayeron
en crisis. Pero Dios hizo que vinieran para enriquecer al pueblo. Así sea esta
crisis para ti, para enriquecer tu fe. Para el incrédulo las crisis son una
desgracia, pero no así para el Creyente: tiempos de crisis son tiempos de
prueba. ¿Para probar qué? Para probar tu fe. Si lees en
Hebr.11 notarás que grandes hombres hicieron grandes
proezas por amor a Dios. Esas obras fueron en tiempo de grandes adversidades.
Amen.