Texto:
“Entonces mi alma se alegrará en Jehová; Se regocijará
en su salvación” (Salmo 35:9).
De las palabras del salmista podemos destacar algunos asunto relacionados con
el gozo. El lugar de sus dulces sentimientos fue su alma, o su hombre interior,
no fue agua sobre sus hojas o algo superficial, sino un aguacero que empapó las
raíces de sus entrañas, no hay sentimiento que baje tan profundo como esto, fue
un sentimiento intimo. Tal es el anhelo de todo ser humano, disfrutar de
sentimientos dulces, deleitosos, hondos, tranquilos, y de corazón. Eso es gozar.
Si el tinte de la alegría es echado aguas abajo se tiñen las corrientes que
descienden, en cambio si las aguas son entintadas en la cabecera todas las
aguas corrientes abajo toman ese agradable color. Así el gozo del salmista, fue
en su alma, llenó todo su ser, y así lo revela: “Mi alma se alegrará… Se
regocijará; estuvo alegre, y además regocijado, lo cual es gozo sobre gozo. Además
notamos el objeto de su gozo, el Señor, dicho de otro modo es, que el
conocimiento de Dios enciende el gozo Cristiano, verlo con ojos del alma, o de
fe. Por último el regalo, o lo que Dios le trajo: “Su salvación”.
En
resumen: Vio a Dios en su alma, le fascinó, más aun por el regalo recibido,
Cristo Jesús. Aquí podemos decir: Que el gozo Cristiano es disfrutar de un
claro sentido del amor de Dios en Cristo. Es agasajar la imaginación con
pensamientos de vida eterna, o que Cristo es nuestro. . La salvación no es otra
cosa que la vida eterna, y así está escrito: “Esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn.17:3). El amor de Dios en Cristo, vida eterna y
salvación son términos equivalentes; eso es gozarse más en el Dador que en
dones recibidos.
Otro caso lo prueba: “Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi
poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto
me alegré en tu salvación” (1Sam.2:1). Entiendo que el asunto es aquí ampliado,
ya que Ana no sólo se gozó, sino que además se alegró, se regocijó, se
fortaleció, y los poderes de su alma fueron ensanchados. Ahora la razón de todo
este mar de deleite: “Por cuanto me alegré en tu salvación”. Esto es, que alma
fue inundada de un claro sentido del amor de Dios. Lo cual ensancha el corazón
Creyente y lo llena con dulzura y contentamiento, cuyo efecto obligado es
cantar acciones de gracias: “Para que cuente yo todas tus alabanzas En las
puertas de la hija de Sion, Y me goce en tu
salvación” (Sal.9:14). El gozo abre las puertas y el canto sale. Entonces se
dan dos tipos de creer, uno con la cabeza y otro con el corazón, y cuando es
con el corazón, el efecto obligado es el gozo: “Todo gozo y paz en el creer”.
Sea, pues,
la fe nuestra perenne fuente de gozo. El Creyente es por naturaleza una persona
alegre.
Amén.