Meditación Diaria

Meditación del 2 de noviembre

Texto: “Por cuanto la mente carnal es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede” (Romanos 8:7).

 
La corrupción natural o pecado es un principio de rebeldía contra Dios, el ser humano experimenta una fuerte e inexplicable aversión hacia lo divino, en cambio disfruta lo pecaminoso. 

Los hijos de Adán están naturalmente dispuestos a escuchar lo que causa error, oír la voz de Satanás, como esta escrito: "Sin embargo, en una o dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende" (Job 33:14).

 
Cuan a menudo los ojos de la cara ciegan los ojos de nuestro entendimiento, la historia de Adán lo confirma: "Y vio la mujer que el árbol prohibido era bueno para comer y que era agradable a los ojos" (Gen.3:6). Es decir que el hombre nunca es más ciego a la realidad espiritual, que cuando esta mirando objetos que son mas agradable a los sentidos carnales.

Texto: “Por cuanto la mente carnal es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede” (Romanos

 
Desde que nuestros primeros abrieron sus ojos al fruto prohibido, los ojos de los hombres han sido la puerta de la destrucción de su alma. Desde aquel día todo lo impuro entró en la mente del ser humano, su corazón fue totalmente corrompido. Acán es testigo fiel de esta verdad: "Vi, lo codicie y lo tome" (Jos.7:21).

  
El patriarca Job entendió y vio esa realidad cuando dijo: "Hice pacto con mis ojos: ¿Como, pues, había yo de mirar a una virgen?” (Job 31:1). Es natural en nosotros tomar el debido cuidado de la carne, aun a costa del alma. Felices seríamos si la mitad de los esfuerzos que tenemos sobre el cuerpo lo dedicáramos sobre el alma.  Por el contrario, nunca preguntamos ¿Que debo hacer para ser salvo?, pero a diario me afano por que comer, que beber o que vestir y casi nunca el hombre natural busca el reino de Dios y su justicia. Como alguien ha dicho: “La verdad es que los hombres, mayormente viven como si ellos no fueran mas que un saco de carne y hueso".

  
En cuanto a la fuente de maldad, el hombre peca de dos maneras, por naturaleza y por hábito. Los niños por lo primero y los drogadictos, para citar un caso extremo, por lo segundo. Adán el hombre natural menos pecador que haya existido, aun no tenia malos hábitos, no obstante es muy evidente su naturaleza pecadora.

Al ver, pues el estado natural de nuestras almas en el espejo de las Escrituras, clamemos junto al salmista: “Crea en mi, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme dentro de mi” (Sal.51:10).

 

Amen.

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