Meditación Diaria

Meditacion del 16 de Abril

Texto: “Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella.” (Mateo 28:1-2).


Así que, en cuanto a las mujeres, Dios obró quitando los cuidados de sus mentes, y la piedra de la entrada
del sepulcro. Si hubiesen pensado como lo hace la gente del mundo, hubiesen tenido huesos secos y frustración. La fe vence o disuelve la frustración mental. De aquí aprendemos: Que las dudas y la incredulidad en materia espiritual pueden ser mayores que el peso de una gran roca. Por tanto, nuestra sabiduría y beneficio es confiar en Dios y Su palabra y no dudar, porque como bien dice el apóstol: “El es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Efe.3:20).

 

Las mujeres se quedaron perplejas porque les respondió más allá de lo que entendían y pidieron. No oraron sino que expresaron su deseo por Jesús, pero para Dios fue como una oración, y les respondió. La tumba está abierta, Cristo ha resucitado, y ellos están confundidos. Cuan vano son los proyectos humanos cuando se colocan en contra de los planes de Dios. Recordemos que débiles moscas y ranas acabaron con el poderoso Faraón, y simples gusanos se comieron al arrogante Herodes. “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Ro.8:31).


El terremoto espantó a los guardas, y es interesante que el milagro no fue delante de las mujeres, sino antes de que llegasen. Les allanó el camino para que ningún intruso estuviese presente para cuando el Ángel les anunciase las buenas nuevas.

Amado hermano, haz tus deberes y deja los resultados en manos de Díos. El mismo y no otro te bendecirá ahora y por siempre. Estoy seguro que en tu ciudad hay personas, que si le pidiéramos ayuda para cualquier asunto particular en tu Congregación, de seguro que lo harían. Te pregunto a ti que eres miembro de la Iglesia de Cristo ¿Estás trabajando para el progreso del Evangelio en tu lugar? ¿Estás obrando de tal manera que estás ayudando a edificar el muro de la obra de fe en tu Congregación? Empéñate en no dejar tu
alma en la ociosidad, asegúrate, que mientras estás buscando tu propio interés, sobre todo buscas el bien de tus hermanos: Que todos lo sepan: “Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado” (Marcos 16:3). Trabaja, pues, para que el Evangelio glorioso de Cristo sea enviado a través de todos los lugares en esta oscurecida región hispana.

 

Amén.

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