
Texto:
"Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré:
entra en el gozo de tu señor" (Mateo 25:21).
Se infiere de este versículo, que al regreso de Cristo, Sus siervos fieles
serán elogiados, y también gloriosamente premiados. Se les dará un encomio público
y un premio.
La fe de estos siervos fieles, será elogiada delante de los ángeles y de los
hombres: "Yo le daré que se siente conmigo en mi trono... Para que también
en la revelación de su gloria os gocéis con regocijo... Por lo demás, me esta
reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor" (Apoc.3:21;1Ped.4:13;2Ti.4:8). Será
poco lo que suframos o hagamos por Cristo en este mundo en comparación con lo
que recibiremos: "Nuestra momentánea y leve tribulación produce para
nosotros un eterno peso de gloria mas que incomparable" (2Co.4:17).
En
ocasiones nuestros corazones arden de gozo cuando Cristo nos habla por medio
del predicador, cuanto mas será cuando elogie directamente Sus siervos fieles,
cara a cara, será algo inefable. Cualquier gozo presente no es mas que una ínfima parte del que espera en el Cielo a los
siervos del Señor Jesús. El texto agrega: "Entra en el gozo de tu
señor". El estado final de los verdaderos Cristianos
es un estado de gozo, de felicidad. Alguien pregunta: ¿Que es la felicidad? Es
el estado del animo que se complace en la posesión de
un bien. Para ser feliz lo primero que se necesita es la iluminación del
entendimiento: "Diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados
para muchos años. Descansa, come, bebe, alégrate. (Luc.12:19);
este hombre ignoraba que el alimento del alma es la palabra de Dios no los
bienes materiales que tenia almacenado.
La persona necesita valorar según el valor absoluto y eterno de las cosas
deseadas. Cuando los Creyentes entren al estado celestial les será ensanchado
el entendimiento, ellos fueron fieles y se gozaron en lo poco, y se les pondrá
sobre lo mucho. Ellos conocerán a Dios y como no hay bien mayor que eso, la
complacencia que experimentaran será algo inefable y glorioso: "En tu
presencia hay plenitud de gozo, delicias en tu diestra para siempre"
(Sal.16:11). En el cielo será diferente de lo que es aqui,
ya que aquí nuestro gozo tiene altas y bajas, crece y mas rápido decrece; en
cambio allá el alma será llenada de tal modo que no le cabra mas, porque
seremos semejantes a Cristo en gloria: "Veré tu rostro; quedare satisfecho
cuando despierte a tu semejanza" (Sal.17:15).
Para el deleite se necesitan tres cosas: Una facultad para deleitarse, el poder
del alma para el placer y la posesión de la cosa que lo produce, y esas tres
entraran en plena operación por la palabra y misericordia de Cristo:
"Entra en el gozo de tu señor". No olvidemos que la plenitud de
nuestro gozo esta ahora mismo suspendida, nuestra ocupación actual es servir,
pero en aquel día la poseeremos: "Gozaos a medida que participáis de las
aflicciones de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis
con regocijo... Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para
presentaros irreprensibles delante de su gloria con grande alegría"
(1Pe.4:13;Jud.1:24). Los
santos verán la hermosura de la providencia, como todas sus adversidades y
males materiales fueron ordenados para que aumentara su eterna felicidad. Todas
contribuirán a fortalecer la fe, el amor y la paciencia, para que fueran
esplendorosas y sus recompensas mas excelentes, para que fuéramos mas felices. Cuando
el cielo esta claro y sereno, el sol forma su esplendor sobre las nubes y estas
brillan con tanta intensidad que el ojo humano no puede distinguir entre el
original y la copia. Así transformara el Sol del mediodía, el Señor Jesucristo,
a todos Sus siervos, cuando les diga: "Entra en el gozo de tu señor".
La expresión entrar aquí es un hebraísmo, cuyo significado es participación,
así: "Jure en mi ira: ¡Jamás entraran en mi reposo!" (Salm.95:11); esto es, que no participarían del reposo
divino.
Cristo nos hará entrar en Su gozo, y en esto es muy diferente a como son los
hombres, y para mostrar esto veremos dos textos: "¿Y quien de vosotros,
teniendo un siervo que ara o apacienta, al volver este del campo, le dirá:
Pasa, siéntate a la mesa"? (Luc.17:7); nótese
que dice "quien de vosotros". Los amos terrenales no dejan sentar sus
siervos en su misma mesa, sino que los envían a una mesa o lugar inferior. En
cambio con El es muy diferente, nos trata con mucho mayor dignidad: "Se
ceñirá y hará que se sienten a la mesa, y viniendo les servirá.... Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo
estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has
dado" (Luc.12:37;Jn.17:24).
Anímate, pues, a servir con diligencia al mejor pagador de todos los patrones, nuestro
Hermoso Salvador Jesucristo.
Amen.