Texto: “Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas
palabras" (1 Tesalonicenses 4:18)
El consuelo al corazón, es como el agua fresca a la lengua sedienta. Cuando tenemos
sed necesitamos el agua, ella es parte del sostén para seguir adelante; de manera
semejante el consuelo sobre el alma. No olvidemos esto, que hay consuelo para
el cuerpo y también para el alma. Este concepto se obtiene del contexto en que
estaba viviendo esta Iglesia, pues estaban pasando por grandes tribulaciones a
causa de su amor por el Evangelio: “También os hicisteis imitadores de nosotros
y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del
Espíritu Santo” (1Tes.1:6); no obstante estaban siendo consolados por el
apóstol, y es evidente que las palabras de Pablo no acabarían con sus pruebas,
pero sí los ayudarían a soportar y no desfallecer. De ahí se deduce: Que
consuelo es el sostén de corazón para cuando se está en peligro de ser
debilitado por el miedo y las adversidades en la vida evangélica; el consuelo
fortalece el corazón en medio de los problemas.
Eso mismo parece decir el salmista: "Tu palabra
es mi consuelo en mi aflicción, porque ella me ha vivificado"
(Sal.119:50). La gran necesidad de consuelo es en las aflicciones. Y el poder
de esos consuelos es por su procedencia, porque vienen de Dios por medio de Su
Palabra.






