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Nuestro Blog

¿Qué es la Sana Doctrina?
La sana doctrina, como su nombre indica, es: la sana enseñanza evangélica que sana el alma. Sana doctrina o doctrina que sana del pecado, porque nuestro Salvador no vino a hacer milagros u otras cosas portentosas per se, sino a salvar pecadores. Más aún, el mandato apostólico es que a medida que se acerque el fin del mundo, y la apostasía crezca, la principal labor de la Iglesia del Señor Jesús no son las actividades, sino aumentar la predicación de la sana doctrina. Así se lo hace saber Pablo a su discípulo: “Predica la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo. Amonesta, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción” (2 Tim. 4:2), esto es, si hay mucha iniquidad en la naciones, entonces que abunde la sana doctrina de nuestra parte, porque ella es la doctrina que sana del pecado.  Dios ha dado un único remedio para sanar el alma, la sana doctrina.Leer Mas

¿Puedo Mudarme de Iglesia?
Son dos los requisitos para ser miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo; notémoslo: “Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como 3,000 almas” (Hch. 2:41). En este verso se puede ver con claridad dos requisitos: fe y bautismo.Leer Mas

¿Puede un Cristiano jugar la Loto?
Las Escrituras hablan de pecados visibles y pecados secretos, los secretos son en dos aspectos; por un lado, cuando se cometen en oculto del ojo del prójimo, excepto quien los hace, y por el otro, cuando ciertas actividades con apariencia de inocencia se convierten en pecado por una mala motivación.Leer Mas

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Expositor: Juan José Pérez

Sermón: El valle donde la Gloria se prueba

Descripción:

Expositor: Amiris Beato

Sermón: Dios terminará la salvación que inició

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Expositor: Hans Olivares

Sermón: Una celebración integra

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Meditación del 19 de diciembre

Texto: "La vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes que posee" (Lucas 12:15).

 
La excelencia de un hombre es su mente racional, que lo distingue de los animales y que le da dominio sobre las demás criaturas, entiéndase la facultad del alma, de que se deduce claramente que nuestra felicidad consiste en la perfección de nuestra mente, tal como sentencia nuestro texto: "Que la vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes que posee".

 
Las cosas temporales de este mundo no pueden adornar y perfeccionar lo que es la excelencia propia del hombre, de ahí es que un ministro del Evangelio decía, que cuando una persona se dedica en exceso a la apariencia de su cuerpo con ropas y/o maquillaje, tal actividad refleja un gran defecto en la esencia racional de esa persona, y lo deja ver por su amor a la frivolidad y vanidad mundana. Buscar el agrado de los seres humanos no es malo, si para ellos se siguen los pasos de la sabiduría divina, pues como criaturas de Dios nos es necesaria la opinión de los hombres, eso es parte de nuestras necesidades básicas y de nuestra felicidad: "No se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello. Escríbelas en las tablas de tu corazón, y hallaras gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres" (Pro.3:3-4), pero el agrado de las criaturas debe venir como resultado de nuestra sujeción al Señor.

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