Texto: "La
vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes que posee" (Lucas 12:15).
La excelencia de un hombre es su mente racional, que lo distingue de los
animales y que le da dominio sobre las demás criaturas, entiéndase la facultad
del alma, de que se deduce claramente que nuestra felicidad consiste en la
perfección de nuestra mente, tal como sentencia nuestro texto: "Que la
vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes que posee".
Las cosas temporales de este mundo no pueden adornar y perfeccionar lo que es
la excelencia propia del hombre, de ahí es que un ministro del Evangelio decía,
que cuando una persona se dedica en exceso a la apariencia de su cuerpo con
ropas y/o maquillaje, tal actividad refleja un gran defecto en la esencia
racional de esa persona, y lo deja ver por su amor a la frivolidad y vanidad
mundana. Buscar el agrado de los seres humanos no es malo, si para ellos se
siguen los pasos de la sabiduría divina, pues como criaturas de Dios nos es
necesaria la opinión de los hombres, eso es parte de nuestras necesidades
básicas y de nuestra felicidad: "No se aparten de ti la misericordia y la
verdad; átalas a tu cuello. Escríbelas en las tablas de tu corazón, y hallaras
gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres"
(Pro.3:3-4), pero el agrado de las criaturas debe venir como resultado de
nuestra sujeción al Señor.






