Texto:
“En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban
mi alma” (Salmos 94:19).
Cuidamos nuestros cuerpos son como si fueran palacios. En ese palacio recibimos
muchos invitados, en el salón de la mente llegan pensamientos de justicia, fe,
paz, gozo, alegría, hay una sala especial para ellos. Pero es muy triste que en
una guerra el enemigo se introduzca hasta la sala para nuestros invitados
especiales. El salmista informa que los misiles y tanques de guerra del enemigo
entran hasta allí, oigamos decirlo: “En la multitud de mis pensamientos dentro
de mí, tus consolaciones alegraban mi alma”; los enemigos han entrado hasta la
sala intima, la principal: “Dentro de mi”.
Es allí donde se da esta lucha intestina. El lugar donde se planifica y
ejecutan los más nobles proyectos. Nuestra propia tierra, dentro de nuestras
fronteras. No existe Creyente que no haya experimentado la amargura de estas
batallas, y que no le haya costado lagrimas y tristezas. Es cierto que el
pecado pudiera ser mantenido fuera con cierta facilidad, pero no será sacado de
nuestro ser interior sin amargos costos. Cuando los hijos de Israel salieron de
Egipto el enemigo estuvo detrás. Ya en la tierra prometida tuvieron muchas
batallas con el enemigo de frente, en ambos casos fuera, pero aquí no es por
detrás ni por delante, sino dentro del seno interior.






