Texto:
"Y los hombres que custodiaban a Jesús se burlaban de el, y le golpeaban;
y vendándole los ojos, le golpeaban el rostro, y le preguntaban, diciendo:
Profetiza, ¿quien es el que golpeo? Y decían otras muchas cosas
injuriándole" (Lucas 22:63-65).
De acuerdo a las reglas de humanidad, en todas las naciones los acusados o
prisioneros deben ser bien tratados, deben ser protegidos de los insultos y
hasta del peligro, por lo menos mientras se encuentren en tal condición;
nuestro Señor había sido apresado injustamente, y en lo que llegaba el juicio
debía ser guardado por el mismo estado o gobierno que lo había apresado.
Más aun, las huellas de aquellos sudores que fueron como gotas de sangre deben
haber sido vistas claramente sobre su piel, por lo que su estado presente debió
haber sido fielmente la figura de un Varón de dolores, experimentado en
quebrantos; de modo que su aspecto habría de mover a la compasión y
permitírsele un descanso, aunque fuese por humana sensibilidad. Pero fue todo
lo contrario, y es que los hombres cobardes son siempre muy crueles, la
crueldad es una hija natural de la cobardía.






