Texto: "Y Jacob pasó delante de ellos y se
inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano. Pero Esaú
corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y
lloraron" (Génesis 33:3-4).
Esaú se acercó a su hermano con amor, no con enojo. Algunos son de la mente,
que Esaú no había venido con malas intenciones y que los cuatrocientos hombres era para decirle a su hermano cuanto había progresado
materialmente.
Pero tal interpretación no puede ser racionalmente apoyada por el pasaje, ya
que Jacob era un hombre prudente para mal interpretar el reporte de sus criados
(Gn.32:5-6), y es difícil admitir que su miedo fue
infundado, pues si hubiese sido un temor sin base, entonces el Espíritu de Dios
no le habría levantado para orar como lo hizo, ni para cambiar su nombre de
Jacob por Israel, ni para decirle que había prevalecido con Dios y con los
hombres en clara alusión a Esaú. Nos inclinamos a pensar que Dios obró
milagrosamente sobre el corazón de Esaú y lo mudó de furia a ternura.