Gobierno en la Iglesia Local


No hay autoridad espiritual en la tierra por encima de un pastor en una iglesia. No hay apóstoles después de los que tuvo Jesús, ni concilios, ni una iglesia que esté sobre otra, por grande que llegue a ser. Es mi firme convicción bíblica que el gobierno espiritual de la iglesia fue dado a los pastores.

¿Designó Cristo la sucesión apostólica?

La respuesta es: no. El gobierno en una iglesia local debe hacerse como hicieron los apóstoles cuando fue necesario elegir un sustituto a Judas Iscariote. Así habló Pedro a los reunidos: “En el libro de los Salmos está escrito: Que sea hecha desierta su morada, y no haya quien habite en ella; y: que otro tome su cargo” (Hch.1:20). Dice: “está escrito”, esto es, que los líderes quienes han de gobernar la iglesia sean escogidos siguiendo el precepto divino, y no aparte de las Escrituras. La sabiduría humana no fue considerada; siguieron la Escritura.


Veamos este versículo: “Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza” (1 Ti. 5:17). Vemos aquí que la administración o gobierno recae sobre el hombro de los pastores. Todos ellos gobiernan, pero no todos lo hacen bien, o no todos predican y enseñan bien. Hay paridad, estando al mismo nivel de autoridad, pero no todos tienen la misma influencia sobre el rebaño en asuntos de enseñanza. Así que el gobierno de la iglesia local, según la Biblia, es pastoral.

¿Cómo opera este gobierno pastoral?

Igual como opera un presidente: en sujeción a las leyes de su país. Los pastores han de administrar estando sumisos a los mandamientos, preceptos, y testimonios de la Palabra de Dios. Se trata de una administración delegada por el Espíritu Santo. Dicho de otra manera, la Iglesia es la casa de Dios, y Él tiene administradores, sus ministros, quienes se ocupan de cuidarle su casa, conforme a su voluntad revelada en la Biblia.

La Iglesia es la casa de Dios, y Él tiene administradores, sus ministros, quienes se ocupan de cuidarle su casa, conforme a su voluntad revelada en la Biblia.

Los ministros son administradores por varias razones. El administrador es quien atiende las necesidades de la familia de acuerdo con las instrucciones y permisos del Señor de la casa. En ese sentido, los pastores reciben de Dios el poder para administrar de acuerdo con las necesidades de la iglesia, que son enseñar su Palabra, administrar los sacramentos, orar, amonestar, entre otras cosas. Los ministros deben actuar como administradores, no como dueños, pues serán llamados a dar cuenta de los talentos que recibieron para administrar bien la casa. Así lo escribió el autor de Hebreos: “Ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta” (He. 13:17). Se infiere, pues, que los pastores tienen jurisdicción sobre todos los asuntos de la iglesia local, y esto por precepto del Señor.


Cuando digo jurisdicción, me refiero a que tienen autoridad o gobierno espiritual en cualquier rincón de la casa de Dios, la iglesia. No obstante, esa autoridad es delegada. No es como la del Señor, pues hay áreas en la vida de los hermanos donde Cristo entra y gobierna, pero a los ministros no se les permite entrar.


Ahora bien, creo que la Biblia enseña que hay terrenos en la vida de la iglesia donde los pastores necesitan el consenso de la congregación para poder actuar. Allí, el gobierno es mudado de pastoral a congregacional. Esas áreas son, a saber: aplicación de la disciplina espiritual, elección de líderes u oficiales, y la recepción de miembros.

Los ministros deben actuar como administradores, no como dueños, pues serán llamados a dar cuenta de los talentos que recibieron para administrar bien la casa.

Aplicación de disciplina

Cuando nuestro Señor Jesucristo, el soberano y dueño de la Iglesia, dio instrucciones sobre cómo aplicar disciplina correctiva a sus redimidos, entre otras cosas mandó esto:

“Si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más, para que toda palabra sea confirmada por boca de dos o tres testigos. Y si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuestos”, Mateo 18:15–17.


Notamos que, llegada la ocasión de aplicar la corrección, esta se encarga a la membresía de la congregación, no a sus líderes. Por eso dice: “Si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia”. La iglesia debe escuchar el asunto. Luego agrega: “Si también rehúsa escuchar a la iglesia”, esto es, que la iglesia no solo escucha, sino que también habla. Más aun, ha de transcurrir un tiempo prudente entre lo que la iglesia oyó de los detalles del caso, y el salir a buscar al impenitente con el fin de traerlo al arrepentimiento. La sentencia final es de la iglesia, la congregación. El gobierno pastoral fue mudado a congregacional.

Todas las veces que vemos el tema de la disciplina sobre un miembro, esta ha de ser corporativa, y así lo confirman los textos de las cartas del Nuevo Testamento. Por ejemplo: “En el nombre de nuestro Señor Jesús, cuando estén reunidos [los miembros], y yo con ustedes en espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, entreguen a ese tal a Satanás para la destrucción de su carne” (1 Co. 5:4-5). Nótese el plural, que abarca a los miembros.

Todas las veces que vemos el tema de la disciplina sobre un miembro, esta ha de ser corporativa, y así lo confirman los textos de las cartas del Nuevo Testamento.

Otro caso: “Ahora bien, hermanos, les mandamos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la doctrina que ustedes recibieron de nosotros” (2 Tes. 3:6). La iglesia, como cuerpo, aplica la disciplina, no solo los líderes.

Elección de oficiales.

Dijo Pablo: “Si alguno aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer. Un obispo debe ser, pues, irreprochable… debe gozar también de una buena reputación entre los de afuera de la iglesia…” (1 Ti.3:1–27). Este “también” (v. 7) implica que las cualidades de pastor han de ser vistas y consideradas por los de adentro, o la membresía de la iglesia. Dicho de otro modo, hay un llamado interno (“si alguno aspira al cargo”), y además un llamado externo, visto y confirmado por los de adentro, o el cuerpo de la iglesia local.


Igual hizo Pedro para elegir al sustituto de Judas, pues consultó a la membresía: “Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás (al que también llamaban Justo) y a Matías” (Hch. 1:23). Otro texto agrega sustentación: “Después que les designaron ancianos en cada iglesia…” (Hch. 14:23). Esta palabra, “designar”, se emplea para poner alguien en su puesto con levantamiento de mano, o votación.*

Así que, la elección de oficiales en la iglesia es corporativa: todo el cuerpo lo hace.

Recepción de nuevos miembros.

Este ingreso es de dos maneras. Una es así: “Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como 3,000 almas” (Hch. 2:41). Estas personas creyeron, fueron bautizados, y recibidos como nuevos miembros en la iglesia local.


La otra manera es por transferencia de otras congregaciones, como en este caso: “Aristarco… también Marcos, el primo de Bernabé… si va a vosotros, recibidle bien” (Co. 4:10). Cuando Pablo enviaba a algún hermano a otras iglesias, era su buena costumbre escribir una carta para que fuera recibido, y esa carta era dirigida a la congregación, no a los líderes. De aquí infiero que para recibir nuevos miembros de otras iglesias, deben venir con una carta de transferencia.

Otros ejemplos incluyen: “Por esta razón os he enviado a Timoteo… espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo… enviamos a Timoteo, nuestro hermano y colaborador de Dios en el evangelio” (1 Co. 4:17Fil. 2:19, y 1 Ts.3:2). Si el gran Timoteo fue introducido con cartas, ¡cuánto más la transferencia de un nuevo miembro!


Concluyo: el gobierno de la iglesia local es pastoral. No obstante, hay tres áreas donde este gobierno de los pastores ha de ser mudado a congregacional. Esas áreas son: al aplicar la disciplina, al elegir oficiales, y al recibir nuevos miembros.